Las cosas de Pandora
historias eróticas principalmente, aunque una parte mi forma de ser, también quede reflejada.

zapatos rojos y sexo de pandora

Era alta, paseaba con estilo por encima de la acera de aquella hermosa ciudad, parecía distraída, debía de tener unos treinta y seis años y era toda una mujer, yo me fijé en ella cuando pasaba por la orilla de la calle de enfrente, miraba la tienda de zapatos, mi competencia, aunque las alpargatas que vendían allí no podrían compararse con el tipo de calzado que yo vendía, el mío era un oficio que había nacido varias generaciones antes, y sin que nadie me obligara, me embriagó desde pequeño, Prada, Gucci, Tod´s para ellos, y para ellas, Ferragano, Muxart, Farrutx, y un largo etc. Siempre me apasionaron, mi vida ha sido para ellos, así que cuando la belleza entró en mi humilde tienda me sentí lleno de gozo, siempre es mejor calzar a una belleza, que a una persona que no aprecie lo que un buen calzado puede ofrecer. Es cierto, la había idealizado en diez segundos, pero es que desde el momento que la vi supe que en mi tienda habría unos zapatos para ella.

 

Era muy atractiva, morena, se le veía un cuerpo hermoso, vestía muy elegante, pero sin ser excesiva, miró mi escaparate, al cual yo dedicaba muchas atenciones cada día, estaba primorosamente decorado, a ella parecía gustarle todo, pero no se decidía, así que me acerqué para preguntarle, mi sorpresa fue cuando me dijo que todo era precioso, pero que ella estaba buscando algo especial. Yo le dije que si me lo decía quizá pudiera ayudarla, y entonces lo dijo, parece que todavía la escucho decirlo, buscaba unos zapatos rojos, no podía creerlo, mi fetiche de mujer, siempre había soñado poner unos zapatos rojos a una mujer hermosa y ese sueño se cumpliría hoy.
No sé si mi nerviosismo se notó, pero percibí una leve sonrisa en sus carnosos labios. Se sentó en el sofá de Luis xv que tengo en la parte trasera de la tienda, como diciéndome con la mirada que iba a pasar allí mucho rato, yo me disculpé y fui a por los zapatos. Cuando regresé cargado, la vi quitarse la chaquetilla que llevaba puesta y me resultó mas hermosa si cabe, lucía una bonita camisa de color azul intenso, con una falda del mismo azul, pero con unos ribetes de color blanco y unos zapatos de Gucci también blancos, el conjunto era perfecto.

 

Abrí todas las cajas y me arrodillé delante de ella, comentó que le encantaba que los hombres se arrodillaran de aquella forma, que le parecía que lo hacían como en otra época, como haciendo una reverencia, era mi trabajo, y sabía hacerlo bien, no debía ponerme nervioso. Uno a uno fui probándole los zapatos rojos que había traído, pero no eran de su agrado, de pronto recordé unos zapatos que hacía poco había recibido, fui a buscarlos, era de un fabricante no conocido, pero su calidad sobrepasaba con creces a los demás, me volví arrodillar delante de ella, esta vez creo que noté un leve gemido, la miré, me devolvió la mirada intensamente y noté que eran los zapatos que estaba buscando, no necesita ver como le quedaban, sabía que estaban hechos para ella. De todos modos explicó que le gustaría probárselos con algo del mismo color, imagine que lo llevaría en una de sus bolsas y le dije que pasara al cuarto que tenía detrás pues no disponía de vestidor, y lo hizo.

Cuando me llamó para que le diera mi opinión me llevé una sorpresa, me la encontré vestida con un conjunto de lencería roja y por descontado con los zapatos rojos puestos, realmente su cuerpo era tan precioso como me había imaginado, fuerte y apretado, el color de su piel era como de la miel, tenía brillo, se veía tersa y suave, algo en mi interior se agitó y cobró vida propia, me preguntó el parecer y con cierto pudor contesté que era la cosa mas hermosa que había visto, entonces se acercó y me besó, el beso fue tan intenso, lleno de deseo por parte de ambos, empezó a desnudarme, y allí mismo se sentó en unas cajas y me obligó a arrodillarme por tercera vez en aquel rato, pero esta vez lo que quedó a mi altura fue una esplendida visión, su pubis se entreveía por debajo de la lencería roja y mis manos alcanzaban sus senos, me lancé a por el fruto sin prejuicios, saboreando cada flujo de su interior, deleitándome con sus gemidos a cada vez que exploraba alguno de sus recodos, mordiendo allá donde mas le excitaba, chupando y comiendo su sexo, después me hizo levantar y fue ella quien comió de mi, primero exploro los alrededores comprobando el placer que me hacía sentir, absorbiendo cada pliegue de mi miembro, chupando cada gota de mi que resbalaba por la piel, degustándome poco a poco, sin prisas, sin agobios, haciendo que el tiempo se detuviera y mi pasión se encendiera hasta que me engulló entero y con fuerza mientras seguía lamiéndome, inmediatamente después los dos nos unimos en un vaivén fogoso, ella gemía, mientras que yo me paseaba en su interior, yo quería darle lo mejor de mi, por eso fui despacio, meciéndome, balanceándome, agitándome, haciendo que ella sintiera el mismo placer que yo sentía, todos los sentidos despiertos, el clímax fue sorprendente, los dos a la una gemimos, gritamos, nos arañamos el cuerpo como si quisiéramos traspasarlo, fundirnos en uno solo. A continuación el ritmo se fue haciendo mas lento, mas relajado, pero ninguno quería separarse, sería el final, seguíamos enlazados, abrazados, besándonos el cuerpo, saboreando la piel del otro, como si de una exquisitez gastronómica se tratara, con paciencia, con cariño, seguimos así hasta que la magia del momento se evaporó, se separó de mi y se vistió delante, volvió a besarme y fuimos a la parte delantera de la tienda como si nos arrastraran, como si tuviéramos una carga adosada a nuestros ya agotados cuerpos, me tendió los zapatos y yo los introduje en la caja, los pasé por el escáner de la registradora y ella me tendió el dinero, ninguno dijimos nada, permanecimos en silencio mientras le devolvía su cambio y con las yemas de mis dedos rozaba por última vez su piel. Entró una señora en la tienda, quería saber por unas botas de pierna alta, ella me dirigió una última mirada, cargada de complicidad y se fue. No hice nada por impedirlo, no le pregunté su nombre, no sabia nada de ella, solo que se llevó un pedacito de mí y los mejores zapatos rojos que había tenido en mi tienda.

2 respuestas to “zapatos rojos y sexo de pandora”

  1. Pase por aqui agradeciendo tu amable comentario.. Mira que me ha encantado tu Blog.. esta lleno de seduccion.. me quede pegada a sus paredes..
    te mando saludos y besos. Por aqui estare seguido.

  2. Ole Pandora, redactas de coña, me voy pa la cama…. jejejeje


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